De todos es sabido que los tiempos están cambiando, como decía Loquillo en una canción de hace años, así que es de suponer que las personas también, entre ellas los clientes.
Si tuviese que resumir con una expresión al cliente actual diría que se ha vuelto cómodo. Inmerso en una nueva realidad, influenciada por un lado por los tiempos de crisis y por otra por el crecimiento del entorno digital, ha descubierto que cada vez más los comerciantes están dispuestos a facilitarle las cosas por atraerlo hacia sus negocios. Así pues, consciente de todo este potencial espera obtener respuestas adaptadas a su gusto en tiempo y forma. Con la información en la mano y la exigencia por las nubes afinará sus deseos y necesidades.
Esa actitud de comodidad arrastrará a las empresas hacia un sinfín de estrategias de captación- fidelización sofisticadas y costosas, en un pulso al más alto nivel de servicio y promoción, que apoyadas en tecnologías de ámbito diverso (big data, realidad virtual, sensores…) conseguirán alterar los espacios y los modelos de relación.
En consecuencia, este cliente de nuevo cuño va a verse sometido a un inagotable mar de estímulos e impactos comunicativos por parte de las marcas y con ellos la construcción de una serie de historias, de las que se busca sea embajador.